Las reglas contractuales se esfuman al mando de un ataque de ira. La raya se pasa una y otra vez, y hasta el momento de descubierto el "ilícito", los protagonistas no se hacen cargo. En GH2011 hay motín, y en Soñando por bailar y Cuestión de peso, actos de rebeldía.
Se olvidan de que quisieron – y hasta  lo rogaron- estar allí, además de haber firmado contratos en los que se comprometieron a entregarse en cuerpo y alma, y así es porque, en pocas o muchas oportunidades, no dudan en desafiar a la autoridad, rebelarse, enojarse, y tener comportamientos no contemplados en los "sí se puede" del manual del productor de televisión.
Es el caso de Emiliano, el personaje más rebelde de la casa de GH2011, que en los días que lleva encerrado se ha convertido en un provocador nato, que no tiene filtros a la hora de actuar y hablar. Fue el primero en proponerle a sus compañeros "comportarse como vegetales", cuando les querían quitar la mitad del presupuesto, y el que la semana pasada se amotinó, cuando no le dieron el champagne que había solicitado, y decidió abrir su cuenta de Twitter para hablar de "censura en el reality" y decir "¡aguante Soñando por bailar
Y justamente también en este reality,  el nombre de la rebeldía es Benjamín, que develó el supuesto romance entre su compañero Emiliano y uno de los coachs, sabiendo bien que los concursantes no pueden tener relaciones con los "de afuera". y
Y También Bárbara se quiso pasar de lista, llevando dos teléfonos a la isla y vulnerando el estamento que obliga a los participantes a mantener sólo los contactos que la producción les asigna y facilita.
A su vez,  hubo crispación en Cuestión de peso, ciclo que se convirtió en Titanes en el ring, cuando uno de los participantes contó que su compañera había ingresado a su marido a la clínica para que lo encarara a golpe de puño. Es decir, una actitud totalmente prohibida en el seno de un grupo que se encuentra encarando un tratamiento de salud y vive en un espacio en donde se debe preservar la estabilidad.
Estos participantes son distintos, no se intimidan ante los supuestos límites televisivos y violentan las normas. Aunque  tienen conciencia de que están en un programa de TV, actÚan con sus propias reglas, sin importarles los problemas consecuentes.
Entonces, los problemas los tienen ahora las producciones, que deben debatirse entre entender que no son los únicos en poner las reglas del juego, y aprovechar los beneficios que esto también puede dar, o poner mano dura y hacer cumplir los contratos, aunque sea "por la fuerza".

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