Un día Sebastián Wainraich dijo basta en TVR, y días más tarde Gabriel Schultz anunció que él no se iba, que él continuaría firme en su escritorio. Se barajaron muchos nombres, de los más simples hasta los más extremos, y muy pocos imaginaron que Pablo Rago sería el nuevo elegido.
Hace once años Diego Gvirtz desembarcaba en la pantalla con un programa que se autorreferenciaba en la televisión, la analizaba, y la criticaba, y que logró ganarle al tiempo, sobreviviendo a cambios de canales y conductores.
Y justamente fueron estos cambios de caras y de macro.-estructuras, y nunca de contenido, los que terminaron por demostrar que lo que funcionaba era el formato, esté quien esté.
De hecho, sus conductores nunca fueron mega estrellas, sino gente que sabía manejar el código del programa, que tenía aceitado el ida y vuelta de informe y comentario, y que tenía en su lenguaje una predisposición al ácido.
No obstante, la elección de los comandantes siempre llamó la atención, de la primera hasta la última, y no por extraña, sino por original.
Claudio Morgado y Fabián Gianola, un conductor de origen infantil y un actor de comedia, fueron los primeros mandamases. A ellos les siguieron Gabriel Schultz, con breve paso por la conducción antes de este desembarco, y José María Listorti, con un pasado “tinelliano” que parecía volver una y otra vez.
Luego se produjo la llegada de Sebastián Wainraich, que había logrado, a fuerza de humor y carisma, conseguir un nombre de Duro de domar, y que luego pudo conformar una dupla con Schultz que se extendió por cinco años.
Por eso, cuando “el pelado” decidió que ya no continuaría, se esperaba que quien recibiera el pasa manos para subirse a este barco fuera una figura de perfil bajo, aunque, para sorpresa de todos, resultó ser Pablo Rago.
Había sido posible probar su rapidez y chispa en las ocasiones en las que visitó TVR, pero su buen presente actoral no hacía preveer que se interesaría por un cambio de rubro, por lo menos temporario.
Sin embargo, así fue, y este sábado saldrá a la cancha y se probará como animador de un ciclo histórico (por el tiempo de permanencia en pantalla).
Seguramente vaya a haber comparaciones con sus antecesores, pero lo que verdaderamente importará será su acomodo en este ciclo, la recepción de la herencia, el cambio de chip de un actor que empezará a jugar a ser conductor.

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